El radón es un gas radiactivo que no tiene color, olor ni sabor. Está presente en la naturaleza desde la formación de la Tierra y se origina de manera espontánea de la desintegración del uranio existente en las rocas y el suelo.
El radón puede hallarse en concentraciones muy bajas en el exterior. Sin embargo, en lugares sin ventilación, como las minas subterráneas, puede acumularse en concentraciones más elevadas. En las casas y en los edificios los niveles de radón están incrementados porque el gas penetra a través de los cimientos1.
La inhalación del gas radón es perjudicial para la salud, especialmente para los pulmones. La IARC clasificó el radón en 1988 como carcinógeno humano del Grupo 1. Además, el radón es uno de los 12 puntos que se contemplan en el Código Europeo Contra el Cáncer2. Concretamente, este código dice que debemos “averiguar si estamos expuestos a la radiación procedente de altos niveles naturales de radón en nuestro domicilio y tomar medidas para reducirlo”.
Clasificación de carcinógenos IARC (Agencia Internacional de Investigación del Cáncer). Fuente: IARC
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 43% de la radiación que recibe la población mundial procede del gas radón, seguida de la exposición médica (20%), la radiación cósmica (13%), la radiación solar (15%) y a través del agua o los alimentos 8%3.
Fuentes y distribución de la exposición media a la radiación de la población mundial. Fuente. Organización Mundial de la Salud (OMS).
Las concentraciones de radón en el aire se miden mediante Becquereles por metro cúbico (Bq/m3). La OMS sostiene que, idealmente, la exposición al radón no debe superar los 100 Bq/m3, y en ningún caso los 300 Bq/m34.
Según la OMS, la concentración de solo 100 Bq/m3 aumenta un 16% el riesgo de contraer cáncer de pulmón. Asimismo, los fumadores tienen muchas más probabilidades de que el radón les cause cáncer5.
Se estima que la proporción de los casos de cáncer de pulmón atribuibles al radón con respecto al total varía entre un 3% y un 14% en función de la concentración media de radón en el país correspondiente6. Además, la OMS ha establecido que es el segundo factor de riesgo de cáncer de pulmón en fumadores después del tabaco y el más importante en las personas que no han fumado nunca.
Los primeros estudios7 sobre el radón se realizaron en minas en el siglo XVI, al observarse un exceso de muertes por enfermedad respiratoria en mineros. En la década de 1950 se confirmó plenamente la relación causal entre radón y cáncer de pulmón. En 1984, Stanley Watras, que trabajaba en la central nuclear de Limerick, en el estado de Pensilvania, detectó que los arcos de seguridad radiactiva se activaban cuando entraba en la central en la que trabajaba. En su casa encontraron niveles de hasta 100.000 Bq/m3. Compararon su nivel de exposición a fumar 135 cajetillas de tabaco al día. En 1985, en Estados Unidos y la OMS se realizaron más de 20.000 mediciones en hogares del estado de Pensilvania.
Todas las edificaciones contienen radón en concentraciones bajas. Sin embargo, determinadas zonas cuentan con una probabilidad mayor de niveles elevados de radón. El Mapa del potencial radón en España elaborado por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) permite saber si nuestra vivienda está situada en una zona geográfica de riesgo.
En el mapa del potencial radón en España se puede apreciar que la zona oeste de España, Extremadura, Galicia, algunas zonas de Castilla y León y Madrid son las que tienen mayor posibilidad de tener mayores concentraciones en el interior de las edificaciones. En superficie, la totalidad de estas zonas representa el 17% del territorio nacional.
En un edificio, la principal fuente de entrada del gas radón es el terreno en el que está asentado, seguido, en mucha menor medida de los materiales empleados en su construcción como, por ejemplo, los granitos ornamentales. También puede entrar con el aire de renovación, con el agua de consumo y el gas de uso doméstico.
En los edificios donde las concentraciones de radón anuales superen los valores de referencia establecidos se deben aplicar acciones de remedio, controladas a partir de medidas realizadas en el mismo lugar de las medidas originales, previas a las actuaciones. Este control debe repetirse periódicamente para observar si los niveles de concentración del gas aumentan o se estabilizan.
En edificios existentes es imprescindible que una entidad de medida acreditada haga las mediciones correspondientes para obtener los resultados de concentración media anual de gas radón en su interior.
Una vez realizadas las mediciones se determina la medida correctora más eficaz (barreras de protección, espacio de contención ventilado, sistema de presurización, sistema de despresurización o ventilación de espacios habitables).
Actualmente existe gran desconocimiento del gas radón y de sus efectos perjudiciales para la salud. Muchas personas viven expuestas a altos niveles de radón en sus casas o en su entorno laboral sin saberlo, y la legislación avanza lentamente.
La primera recomendación relativa a la protección de la población contra los peligros de una exposición al radón en el interior de edificios la realizó la Comisión Europea en el año 1990 (90/143/EURATOM), pero no fue hasta 1996 cuando se aprobó la primera ley en Europa (Directiva 96/29 EURATOM), y solamente regulaba la exposición laboral. En 2013 (16 años después), se aprobó la Directiva 59/2013 EURATOM, que regula la exposición en lugares de trabajo, la exposición al radón en espacios cerrados y propone un plan de acción para el radón.
En España, cinco años después de que se aprobase la primera directiva, en 2001, se aprobó el RD 78/2001. En 2010, el RD 1439/2010 modificó al anterior (9 años después). Más tarde, en 2012, apareció la IS-33 BOE enero 2012, que complementa a los dos RD anteriores, sobre criterios radiológicos para la protección frente a la exposición a la radiación natural.
Diapositiva resumen de la legislación sobre el radón. Fuente: El radón en España. I Congreso Nacional
Referencias