El polen es en realidad un conjunto de granitos microscópicos, de medida inferior a la cabeza de una aguja, que son producidos por el aparato reproductor masculino de las flores que en la época de polinización producen las plantas con flores. Su misión es llegar a la parte femenina de otras plantas para hacer posible la fecundación al transportar en su interior células espermáticas que permitirán la formación del fruto y supervivencia de la especie vegetal. Este traslado del polen se realiza más frecuentemente mediante el aire sobre todo cuando existe viento. Esta forma de polinización se conoce técnicamente como polinización anemófila. En cambio se conoce como polinización entomófila la que se realiza mediante el transporte del polen por insectos, generalmente atraídos por aquellas plantas con flores más vistosas.
Así pues la polinización de las plantas anemófilas explica que los síntomas respiratorios sean la forma habitual de manifestación de la alergia polínica. Lo más frecuente es la rinitis y la tos con o sin conjuntivitis y con menos frecuencia pero con más riesgo para la salud el asma bronquial. Hay que tener en cuenta que las partículas de polen son invisibles para el ojo humano. El polvillo algodonoso que a menudo vemos coincidiendo con el inicio de la primavera no es polen sino que en realidad son partículas más gruesas que corresponden a material vegetal inerte procedente de las semillas del chopo (Populus nigra).
La aerobiología es la disciplina que estudia los organismos vivos aerotransportados, incluyendo las partículas de polen. Existen varios métodos para cuantificar la concentración variable de polen y de sus diversos tipos a lo largo del tiempo. Varias fuentes oficiales proporcionan informes semanales de las variaciones en las concentraciones, información muy útil para las personas con alergia al polen. La Universidad Autónoma de Barcelona (PIA: Punto de Información Aerobiológica) mediante su departamento de Aerobiología y la Sociedad Española de Alergología, entre otras, son dos buenas fuentes gratuitas para estar informado de la concentración de polen a lo largo del tiempo. El método más innovador y coherente para estos estudios es la utilización de drones que por su ubicación aérea proporcionan una información tanto directa como fidedigna. Las principales fuentes de polen a nuestro país son los árboles, las gramíneas y la maleza. De esta última destaca en el litoral mediterráneo la maleza conocida como Parietaria judaica. De hecho algunas variedades de árboles ya pueden producir polen incluso en meses de invierno cuando las condiciones climatológicas son adecuadas.
Las personas que presentan síntomas de alergia tienen que contactar con su médico de cabecera para valorar, según la severidad de la sintomatología, si simplemente pueden ser controlados con tratamiento empírico mediante los nuevos agentes antihistamínicos (que no causan la somnolencia de los antiguos al no pasar al sistema nervioso central) o bien es aconsejable pruebas cutáneas o analíticas de sangre para averiguar exactamente el tipo de alergia polínica existente, su intensidad biológica y valorar una posible desensibilización.
Hay que tener en cuenta que a menudo existe alergia a más de un tipo de polen. La desensibilización se realiza mediante las clásicas vacunas subcutáneas o bien, de forma menos agresiva y con menos riesgo para el paciente, con las nuevas formas de vacunas sublinguales. En ambos métodos hay que tener en cuenta que esta desensibilización habrá que ser sostenida durante un periodo de varios años para obtener su máximo efecto beneficioso terapéutico. Igualmente importantes son las recomendaciones para evitar la exposición intensa a polen: