“Nuestros hallazgos sugieren que el comportamiento común de descansar poco y tratar de compensarlo durante el fin de semana no es una estrategia de salud efectiva“, señala el autor principal del artículo, Kenneth Wright, director del Laboratorio de sueño y cronobiología de la Universidad de Colorado.
Los investigadores observaron los hábitos de sueño de 36 adultos sanos de entre 18 y 39 años durante 10 días en un laboratorio. Se dividieron en tres grupos: los que dormían nueve horas por noche durante nueve días consecutivos, los que dormían sólo cinco horas por noche durante nueve noches, y los que dormían no más de cinco horas por noche durante cinco días seguidos de un fin de semana en el que podían dormir todo lo que quisieran, antes de volver a dormir durante dos días.
Los dos grupos privados de sueño, comieron más por la noche, lo que resultó en aumento de peso, y se observó una disminución en la sensibilidad a la insulina, una señal de advertencia para la diabetes. El grupo que recuperó el fin de semana experimentó alguna mejoría leve durante el fin de semana, pero esos beneficios fueron anualdos cuando reanudaron su programa de restricción de sueño durante la semana.
El fenómeno del que habla Wright se llama jetlag social. Ocurre cuando el ciclo sueño-vigilia, también conocido como ritmo circadiano, se interrumpe y se asocia con resultados negativos sobre la salud negativos a largo plazo, incluyendo la obesidad.
“Tenemos estas hormonas llamadas leptina y grelina”, señala Azizi Seixas, experto en sueño y profesor asistente de la Facultad de medicina de la Universidad de Nueva York. “Uno está asociado con la saciedad, y el otro aumenta el apetito. Los dos se descontrolan cuando te privas de dormir”.
Añade que “la privación del sueño hace que la gente tenga un control deficiente de los impulsos, y es más probable que consuman alimentos de calorías vacías –altos en calorías y bajos en nutrientes– como refrescos y alimentos ricos en almidón”.
El grupo que tuvo su sueño restringido todo el tiempo también experimentó una reducción del 13 por ciento en su sensibilidad a la insulina. El grupo de recuperación del fin de semana tuvo descensos más variables en su sensibilidad a la insulina, entre un 9 y un 27 por ciento.
“Creo que la gente siente que pueden ser máquinas durante la semana y luego convertirse en humanos los fines de semana. Dormir no es un juego de matemáticas, no puedes equilibrarlo. El cuerpo necesita un horario por una razón. Esto demuestra la importancia de tener un horario de sueño regular”, asegura Seixas.
La Academia Americana de Medicina del Sueño recomienda siete o más horas de sueño por noche para los adultos.
Estudios recientes también han resaltado la importancia de la calidad del sueño, ya que se ha demostrado que la interrupción del sueño causa una disminución de la concentración y la atención, debilitando el sistema inmunológico y ralentizando el proceso cognitiva.
“Dormir no es trivial”, dice Seixas. “Es el momento en que el cuerpo hace la mayor parte de su trabajo de reparación. Ese trabajo debe hacerse tanto durante la semana como durante el fin de semana”.
Noticia original: NBC News
Fuente: Current Biology