Desde finales de septiembre y principios de octubre, el virus de la gripe ha empezado a circular entre la población. Su aparición se ha dado esta temporada antes de lo previsto, en comparación con años anteriores. Esto ha sucedido en España, y también en Europa y Estados Unidos.
El año pasado, el uso masivo de mascarillas, el lavado de manos y la distancia social hicieron que bajara la incidencia de virus respiratorios como la gripe o el virus respiratorio sincitial (VRS).
Este año se prevé un aumento de casos de gripe, debido a la relajación de las medidas preventivas frente a la COVID-19. Como el año pasado, coincidirá la pandemia por coronavirus y la epidemia de gripe y aumentarán las complicaciones en los grupos de riesgo para los que ambas enfermedades pueden ser dañinas.
La vacuna es la mejor manera de prevenir formas graves de la gripe. En la temporada 2019-2020, los centros de atención primaria españoles diagnosticaron 619.000 casos de gripe. Se estima que 27.000 personas debieron ser hospitalizadas a causa de la enfermedad, 1.800 ingresaron en UCI y se produjeron 3.900 fallecimientos. Estas cifras demuestran el impacto y severidad de la enfermedad, que se han visto reducidas por el impacto positivo de las vacunas, que se calcula que evitaron un 26% de hospitalizaciones, un 40% de ingresos en UCI y 37% de muertes atribuibles a este virus1.
En España están autorizadas tanto vacunas inactivadas como atenuadas. Contienen tres o cuatro cepas de virus de la gripe (dos de tipo A y una o dos de tipo B, respectivamente) e incorporan los virus que, con mayor probabilidad, circulan en cada temporada epidémica, según estimaciones realizadas desde la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Se recomienda la vacunación en los siguientes grupos de personas:
La vacuna de la gripe se puede administrar con otras vacunas, en lugares anatómicos diferentes, incluida la vacuna contra la COVID-19. Estos días, los medios de comunicación han mostrado como algunas personas están recibiendo doble vacuna, la de la gripe y la tercera dosis de la COVID-19.
La vacuna contra la gripe puede proporcionar una protección vital contra la COVID-19, según concluye una investigación2 presentada en el Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas (ECCMID). El equipo examinó los registros médicos electrónicos de más de 70 millones de pacientes de países como Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Italia y Singapur.
El análisis reveló que las personas que no habían recibido la vacuna de la gripe tenían una probabilidad mayor (hasta un 20% más) de ingresar en la UCI. También eran más propensos a visitar el Departamento de Emergencias (58% de probabilidad), a desarrollar sepsis (45% de probabilidad), a tener un accidente cerebrovascular (hasta un 58% más de probabilidad) y una trombosis venosa profunda (hasta 40% más probable).
No se sabe exactamente cómo la vacuna contra la gripe brinda protección contra la COVID-19, pero la mayoría de las teorías se centran en que estimula el sistema inmunológico. Los autores del estudio concluyen que la vacuna contra la gripe puede beneficiar a las personas que dudan en recibir la vacuna de la COVID-19, pero que esta no reemplaza a la vacuna contra la COVID-19.
Además de la vacunación, los hábitos de salud como evitar el contacto con enfermos, cubrirse la boca al toser y lavarse las manos con frecuencia pueden ayudar a detener la propagación de gérmenes y prevenir enfermedades respiratorias.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) proponen una serie de medidas para protegerse y proteger a otras personas:
Los síntomas típicos de los resfriados respiratorios son la congestión nasal, la mucosidad y los estornudos, siendo el dolor de garganta el primer síntoma que aparece.
La fiebre, la tos y la pérdida de olfato y gusto son síntomas comunes en gripe y covid-19, sin embargo, la fatiga, el dolor de garganta, cabeza y muscular aparecen menos en la COVID-19. La dificultad respiratoria parece ser más frecuente en la COVID-19, siendo la fiebre el primer síntoma que aparece.
En el caso de la gripe, los síntomas distintivos son la congestión nasal y la mucosidad, apareciendo primero la tos.
Además de los virus respiratorios de los resfriados, la gripe y la COVID-19, también preocupa el virus respiratorio sincitial (VRS). Este virus es una de las principales causas de enfermedades respiratorias en los niños pequeños, principalmente bronquiolitis o neumonía. Este virus infecta a los pulmones y las vías respiratorias.
Durante el año pasado, debido a las medidas higiénicas para prevenir el coronavirus, la incidencia del VRS, igual que el de la gripe, fue menor. Ahora, tras un pico registrado el pasado mes de junio, se espera que emerja como cada año.
La mayoría de los casos de infección por el VRS son leves y no requieren tratamiento. No obstante, las infecciones por este virus pueden ser graves en los bebés. Algunos de ellos pueden requerir ingreso hospitalario.
Un estudio3 liderado por ISGlobal proporciona evidencia sólida de que la COVID-19 es una infección estacional asociada a la temperatura y humedad bajas, similar a la gripe. Los resultados, publicados en Nature Computational Science también subrayan la considerable contribución de la transmisión por aerosoles y la necesidad de adoptar medidas que promuevan la “higiene del aire”. Por este motivo es importante la ventilación y la desinfección del aire.
1. Infografía Gripe y vacuna. Instituto de Salud Carlos III
3. Fontal, A., Bouma, M.J., San-José, A. et al. Climatic signatures in the different COVID-19 pandemic waves across both hemispheres. Nat Comput Sci 1, 655–665 (2021).